En su último invierno Jesús le regaló una rosa y dos higos
En la foto, Imagen de Rita yacente.
Venerada en la Capilla de la Santa. En el Santuario de Santa Rita de Montevideo - Uruguay
El prodigio de la rosa y de los higos aparece en diversos testimonios fidedignos recogidos en el proceso de beatificación en el año 1628.
Transcribimos parte del testimonio de una biografía de ese mismo año: “En el más áspero y riguroso invierno, y encontrándose todo cubierto de nieve, una prima de Rita fue a visitarla; al marcharse preguntó a Rita si de su casa necesitaba alguna cosa; Rita le respondió que deseaba una rosa y dos higos del huerto. La prima sonrió, creyendo que Rita deliraba a causa de la enfermedad y se marchó. Una vez llegada a casa, entró por casualidad en el huerto y vio entre la nieve un rosal que cargaba una hermosa rosa, y, sobre la planta, dos higos maduros. Perpleja por el cruel y frío invierno, viendo los frutos milagrosos, se los llevó a Rita”.
La rosa y los higos aparecen como sonrisas de Dios para aquella mujer que había sabido sobrellevar dolores y contradicciones, ofreciendo generosamente su vida al Amor.
Ahora florecía en ella la vida nueva de Jesús Resucitado, a quien había amado sin medida. Se iba cargada de frutos maduros como higuera bendecida y fecunda. Se iba como rosa que despide el buen aroma de Cristo.
El feliz tránsito de Santa Rita
Había pasado el invierno. La primavera apenas entrada esparcía el aroma de las ahora abundantes rosas.
En el monasterio una luz se estaba apagando para brillar luego aún con más intensidad en toda la Iglesia. Rita agoniza serena…
El buen Jesús y su Madre le conceden en visión la gracia de sus visitas como un anticipo del cielo. Por fin, Rita sonríe y expira.
Entonces las campanas de la ciudad comenzaron a anunciar, con prodigioso sonido, el inicio de numerosos portentos. Al momento se iluminó la habitación y un perfume inefable se esparció por todo el monasterio.
Apenas acaecido el tránsito de Rita, peregrinos de todas partes se acercaron para venerar su cuerpo. Muchos enfermos sanaron al instante con solo tocarlo.
Rita de Casia entró en la gloria con verdadera fama de santidad el 22 de mayo de 1447.
De inmediato el pueblo la llamó “santa” y la invocó como “abogada de los imposibles”. Maragarita Lotti (Rita de Casia), fue declarada beata el 22 de julio de 1628 por el papa Urbano VIII y canonizada el 24 de mayo de 1900 por el papa León XIII.
Hoy en día la devoción a Santa Rita es universal y sus favores espirituales y materiales son innumerables. La invocamos como“abogada de los imposibles” y “abogada de los casos desesperados”.
Pero no son solamente personas creyentes y fervorosas las que van al encuentro de Santa Rita, sino también personas débiles en la fe, quizás también incrédulos, que acuden atraídos por la gracia, la riqueza y la santidad de esta humilde mujer; de ella reciben consuelo, gracia y un sentido nuevo para sus vidas.
Dios la eligió para hacer de ella un signo vivo de su bondad, de su compasión y de su cariño para con todos nosotros.
En el segundo sarcófago de la Santa, realizado diez años después de su muerte, podemos leer el epitafio que reza así:
“Oh bienaventurada por virtud y fortaleza,
en éxtasis arrebatada por la Cruz,
donde sufriste dolores agudos,
tú dejaste las tristezas de este mundo,
para satisfacer tus ansias de vida y de luz.
Participando de esa pasión tan atroz,
¿qué mérito tan grande atribuirte?
Tú fuiste preferida a toda otra mujer
para recibir una de las espinas de Jesús.
.
Tú no esperabas algún premio terreno,
pues no querías otro tesoro fuera de Cristo,
al que toda te entregaste
Quince años la espina padeciste,
y no te pareció todavía estar preparada
para entrar en la vida gozosa”.
Este epitafio nos señala el momento cumbre del éxtasis mayor de Rita, la estigmatización en la frente mediante el don de la espina.
Estudios realizados por médicos el día 4 de abril de 1997, hallaron en la zona frontal del cuerpo de la Santa una fisura profunda.
Pero más que las pruebas interesa destacar el significado propio del signo, para darnos cuenta que el estigma de Rita expresa exteriormente su íntima unión con Jesucristo.
Es, como algunos ya han dicho, el desposorio místico de la Santa, su matrimonio espiritual que ha tocado la experiencia misma del éxtasis.
O, dicho en forma poética: Es el beso de Jesús en la frente de Rita.
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