miércoles, 6 de mayo de 2015

Hablando con Santa Rita






"Hablando con Santa Rita" es de todos mis poemas el que encierra largas horas de contemplación en un profundo y prolongado silencio. Contemplar es más que mirar, es también dejarse mirar. No hay verdadera contemplación cristiana si no se da un silencio de amor que propicia el dialogo interior entre los que se miran. Este silencio de amor, tan absolutamente necesario, abre espacio a una oración tan profunda que llega incluso a sorprendernos. Es una experiencia hermosa de vivir. Lo primero que debemos hacer es invocar al Espíritu Santo, pedirle a Él la gracia de la contemplación. Muy recomendable es también pedir la intercesión de los santos, invocar alguno en particular con el cual tengamos un trato familiar. Muchas personas no imaginan lo importante que es para nuestro crecimiento cultivar la amistad con estos amigos de Jesucristo. Maestros de la vida espiritual que están dispuestos a ayudarnos no solo con su oración sino también desde lo que ellos vivieron cuando aún peregrinaban por este mundo.
Algunas veces esa ayuda la encontramos en sus escritos. Otras, en el mensaje catequético que nos trasmiten por medio de sus representaciones a través del arte sacro.
Gran progreso espiritual conseguí en mi adolescencia cuando tenía por costumbre ir al Santuario de Santa Rita de Casia y quedarme largos ratos en silencio mirando su imagen;  viendo como ella (en la imagen) mira a Jesús en la Cruz. Aquellas visitas diarias no se convertían para nada en una especie de "ritolatría" (adoración a Rita) sino en una veneración sana y madura pese a mi joven edad y mis conocimientos teológicos del momento. Era una veneración que felizmente estaba orientada en dirección a Cristo, me conducía a Él y me sumergía en el misterio de la Santísima Trinidad.
Recuerdo un día en particular cuando fijé mis ojos en los ojos de la imagen de Santa Rita e inmediatamente al verlos inclinados y vueltos hacia Jesús crucificado comencé a meditar en la pasión de Cristo. Ver a Jesús en la cruz me llevó a profundizar en el amor del Padre hacia todos nosotros que nos dio a su Hijo Amado. Luego, al pensar en Cristo crucificado me vino en mente el grito de amor de San Pablo: "Me amó y se entregó por mí". Disfruté largo rato el amor de Jesús, sintiéndome especialmente amado, y repetía en silencio una y otra vez: "por mí". Por mí aquella corona, aquellos clavos, por mí el grito de dolor de su experiencia de abandono. Por mí entregó su espíritu. Derramó el Espíritu Santo, por mí, para darme vida y vida en abundancia.
Cuando quise acordar estaba alabando y adorando a la Santísima Trinidad. Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Me levanté del banco de la iglesia con un fuerte deseo de amarle más y mejor.



HABLANDO CON SANTA RITA 

¿Qué ven tus ojos amiga?
¿por qué te ves extasiada?
¿por qué hay pasión en tus ojos?
¿por qué fuego en tu mirada?

El amor besó mi frente
y me dejó enamorada.
Mi Amado me dio una rosa
que brotó bajo la helada. 
Entonces, Rita querida
¿tu corazón está en llamas?
¡Basta con verte a los ojos
y descubrir que le amas!

Mi corazón agustino
arde encendido de amor,
mientras se nutre reposa
como la abeja en la flor.

Ya comprendo hermana mía
porque te ves extasiada
y a todos hablas de Cristo
porque estas enamorada.

Enamorada yo estoy
de Aquel que fue coronado
con espinas que le hirieron
cuando  fue  crucificado.

Qué dulce y fuerte es tu amor
por Jesucristo el Amado.
Enséñame  Rita  a  amarle
con tanto amor entregado.

Te contaré  mi secreto...
a  ti ,mi pequeño hermano
Contémplale cada día
y serás mejor cristiano.

La cruz entonces es escuela
de inmensa contemplación
es escudo en las batallas
y fuerte de  gran protección.

Así es como lo has dicho
y mucho más te diría...
Es fuente de santidad
es gracia y  sabiduría.

Oh mi Rita agustiniana
¡cuánto aprendí en este día!
Gracias por este encuentro
gracias por ser mi guía. 



Descubrí a Rita como un verdadero regalo de Dios en el seguimiento de Jesucristo, en la  oración y en la vida misma. "Elegirla" significa para mí aceptar a Rita regalo del cielo, es como  decirle a Rita: “estoy contento que Dios me regale tu amistad y tú misma me regales tu amistad en Dios”. Por eso le  pedí  a la santa que fuera lo que siempre fue para mí,  y será hasta mi último respiro, mi abogada. Se lo expresé así:

Te elegí entre mil santos
después de Santa María,
 te elegí como patrona
y como Abogada mía.

Dios te dio a mí, Rita mía,
para ser siempre mi hermana
y en esta vida cristiana
ser mi guía y protectora.

Yo te  pido en esta hora
nunca  dejes de guiarme
hasta que pueda yo amarle
como tú le amas ahora.

¡Oh, bendita intercesora!,
desde ahora hasta mi muerte
tenga yo tal grata suerte
de tenerte en mi agonía.
Dulce y santa compañía
que en cielo pueda verte.



LLEGA MAYO


Llega mayo

y en el Pueblo Ituzaingó
late una esperanza;
un repique de tambores
acompaña el andar sereno
de la Santa.



Es Rita, la nuestra,

la de los peregrinos,
la de todos;
quien va junto a los suyos
por la plaza.



… y más tarde,

cuando el toque de campanas
nos reciba,
llegaremos al Santuario
que es su casa,
donde alegres y sonrientes
le diremos:
¡oh Rita,
Tú has hecho de este pueblo
tu otra Casia!



(Pueblo Ituzaingó , es el nombre de mi barrio natal donde se encuentra el Santuario de Santa Rita (Montevideo)







 DAME UNA ESPINA

¿Qué gloria podré yo darte
si una espina no te pido?
¡Qué en este dolor pedido
no deje nunca de amarte!

Dame Señor, dame parte
en tu pasión Redentora
y cuando llegue mi hora
pido en tu cielo abrazarte.

Dame Jesús una espina
mi Señor Crucificado,
una de aquella corona
que te dejó ensangrentado.

Dame tan siquiera una,
mi pobre Rey coronado,
y en tu pasión dame parte
¡oh Jesús abandonado!

Dame el fuego de tu alma
y bésame la frente amado,
que yo por tu amor me muero
y por el vivo a tu lado.

Dame vida, vida mía,
que vivir en ti yo quiero
y ahora que tengo espina
dame la rosa que espero.





El tránsito de Santa Rita

Lleguemos todos juntos
a Casia, mis hermanos,
que ya comienza el tránsito
tomémonos las manos.

Escuchen las campanas,
por Rita están sonando.
Dios mismo, con portentos,
es quien la está llamando.

¿No ven, hermanos míos,
que Rita se levanta?
Su alma entra en la gloria
con aureola de santa.

Perfumado de cielo
su cuerpo se ilumina,
su llaga es una rosa
que ya no tiene espina.


¡Oh Casia guardiana!
que tan fiel custodias
la santas reliquias
de mi gran hermana!
De ser hoy posible
llegaría a verte
y por un instante
solo agradecerte.
¡Oh Casia de Umbría
que te ves hermosa
si yo hoy pudiera
llevaría una rosa!.
Dejarla sería
mi satisfacción
junto a nuestra santa
con una oración.


Pbro. lic. Raúl Díaz Corbo.

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