viernes, 15 de mayo de 2015

Novena a Santa Rita día 4 - 16 de mayo

La mujer fuerte puso en Dios su esperanza…
      

Primeramente llegó la muerte de sus ancianos padres, la cual, no por esperada fue menos dolorosa. Cuando su corazón estaba preparado para otras pérdidas le trajeron la amarga noticia de que su esposo había sido asesinado, se sospecha que a causa de viejas rencillas.
   El pueblo de Rocaporena había quedado consternado por tan alevoso crimen y se movilizó para acompañar en su pesar a la viuda de Mancini.
   En presencia de todos los asistentes, Rita perdonó públicamente a los asesinos de su marido. Ella no sabía de rencores ni de odios. No había lugar en su corazón para sentimientos ruines de venganza. Después de darle sepultura Rita retornó con sus dos hijos a casa; seguramente lloró, pero abrazándose a la vida y a la esperanza. Dios sostenía a Rita y ella confiaba en Dios.


      
Rita, madre en el dolor y la oración


   El asesinato de su marido trajo como consecuencia que sus hijos, ya adolescentes, se sintieran proclives a la venganza.

   La familia de Pablo influía negativamente en los corazones de aquellos jóvenes. Rita, por su parte, había escondido la camisa ensangrentada de su esposo para evitar que los hijos se sintieran motivados a la venganza. Señalándoles el crucifijo los invitaba a perdonar como lo hizo Jesús.
Preocupada por la insistencia de ellos en vengar la muerte de su padre, rezó diciendo al Señor que prefería que los llevase antes que se convirtieran en homicidas.
   Esta oración que se encuentra en el proceso de canonización, expresa lo máximo de su heroísmo, porque aún siendo una madre tan afectuosa, el temor de ofender a Dios, y el peligro de perderlos para siempre pudo más que todo otro sentimiento humano.

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